Cuando comenzamos a elegir una escuela par nuestros hijos, varios factores nos vienen inmediatamente a la cabeza. Son los que tienen que ver con el día a día de nuestra vida familiar y cómo compatibilizar nuestros quehaceres diarios (trabajo, estudios, rutinas del hogar) con esta nueva situación.
Antes que nada pensamos en nuestras rutas habituales, dónde está nuestro trabajo, dónde está nuestro hogar, qué escuelas hay en el camino y si son estas públicas, privadas o cooperativas; si son confesionales o laicas ¿Son más conservadoras, más progres, cómo es el ambiente de padres que manda sus hijos a esas escuelas?
Nuestra primera aproximación al problema puede resumirse en cuatro palabras: costo, proximidad, ideario y ambiente.Está muy bien que así sea pues estos aspectos van a hacer que nuestra vida hasta ahora sea compatible con esta nueva etapa, pero ¿qué otros aspectos valdría la pena tener en cuenta?
La enseñanza de idiomas es un gran valor añadido no sólo por las obvias razones curriculares. Está probado que cuanto más idiomas aprende una persona más ambientes sociales se le abren, más oportunidades de trabajo puede aprovechar y más está protegido contra el alzheimer en la vejez. Además, cuanto mayor sea la distancia lingüística entre la lengua materna y la lengua meta, mayor será el beneficio cognitivo para el niño, por ejemplo, para alguien que habla español, no es igual el impacto de estudiar portugués o italiano, que el de estudiar chino, armenio o ruso.
Algunas instituciones tienen valores de cuotas similares o inferiores que los que promedian las de la misma zona geográfica, pero tienen una cantidad de costos alrededor de los temas curriculares muy elevados en forma de talleres, comedor, salidas de estudio y recreativas, etc.
Los talleres son muchas veces la forma de añadir costo a las cuotas y en vez de ser una opción son una obligación, ya sea por nuestros horarios o porque todos los niños concurren, situación que nos obliga socialmente a incurrir en la misma práctica.
Las instalaciones deben ser acordes a la cuota. Todos sabemos qué es lo mínimo de una instalación escolar y que todas las instituciones lo cumplen. Pero es el lugar donde nuestros hijos pasarán una parte significativa del día y vale la pena chequear si el edificio es moderno y cómodo, si el comedor es adecuado al número de estudiantes, qué menúes manejan, etc.
Además debemos prestar atención a la tecnología de la cual dispone la escuela para enseñar a nuestros hijos (computadoras, proyectores, etc.) y cuáles son los aspectos de la currícula en la que interviene esa tecnología.
Buenos equipos de deporte, coros, clubes, por una parte, porque tienen que ver con el desarrollo de nuestros hijos tanto como los programas curriculares. El ambiente en el que están inmersos nuestros hijos por otra. Los padres de nuestros hijos son profesionales, pequeños empresarios, académicos, todo esto es un valor intangible, gran parte de las amistades de por vida de nuestros hijos saldrán de la escuela primaria y secundaria, por lo cual este aspecto no es menor para nada.
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