Desde que el Estado moderno tomó en sus manos la educación de los ciudadanos, multiplicando la disponibilidad de centros formativos y las posibilidades de acceso se fue construyendo una especial relación entre las escuelas y los padres.
Los niños pasan una gran parte de su tiempo en la escuela y por esa causa, la responsabilidad de su formación dejó de estar situada exclusivamente en el seno familiar para empezar a ser compartida entre familias y escuelas. Maestros y profesores, a la par que los directivos de la institución, son parte crucial de la educación de nuestros hijos.
A grandes rasgos, la educación formal está a cargo de la escuela, donde los niños deben concurrir varias horas por día, y la educación ética, moral y en valores está a cargo de las familias con las superposiciones lógicas, pues las instituciones sostienen valores comunitarios y las familias muchas veces retoman temas formales o proveen capacitación y educación en distintos temas presentes en los programas escolares.
Muchas veces hemos escuchado que maestros y padres deberíamos trabajar juntos
¿cuáles son las claves para que la relación-padres docentes sea exitosa?
La relación con los niños y niñas
Por empezar es claro que la relación de los maestros con los niños es totalmente distinta a la que tenemos los padres desde el momento que el docente debe velar por que los niños incorporen los conocimientos básicos de los programas académicos. Ellos están a cargo de los grupos completos y las formas de interactuar están pautadas por la institución. Todos los niños requieren tiempo y tienen particularidades y los docentes tratan de atender todas esas necesidades.
La relación de los niños y los padres es mucho más cercana, seguramente los conocen mejor de lo que es posible desde la institución, pero también es cierto que los niños pasan en la escuela muchas horas en una relación de pares con sus compañeros y compañeras de aula y de estudiante con respecto a sus maestros.
Esas horas son tantas que se puede decir que nuestros hijos tienen una vida más allá del hogar que no conocemos del todo. Una gran parte de la vida de los niños está fuera nuestro alcance, por lo menos del alcance inmediato. Los niños generan distintas estrategias para pasar este tiempo, y parte del desarrollo de su personalidad tiene que ver con la escuela. En la escuela desarrollan comportamientos que muchas veces no utilizan en sus hogares para relacionarse con sus compañeros, para encarar actividades académicas y recreativas en grupo, incluso para hablar con los docentes. Entonces, muchas veces, cuando los maestros de nuestros hijos hablan con nosotros nos dan más de una sorpresa, pareciera que hablan de otro niño o niña que no conocemos. Pero en definitiva nuestros hijos hacen lo mismo que nosotros hacemos en los distintos ámbitos en los que desarrollamos nuestras actividades.
No somos los mismos en el trabajo, en el gimnasio y en nuestra casa o, mejor dicho, somos los mismos pero utilizando distintas estrategias, conscientes o inconscientes para llevar adelante nuestra vida de la mejor manera posible.
Comprender esto y que el objetivo, tanto de los docentes como de los padres es el mismo punto de partida.
Armando un equipo
Solo hay una manera de encarar el asunto con éxito. Primero tenemos que asumir que nuestros hijos son personas tan complejas como nosotros y que a medida que el tiempo pasa van haciéndose de distintas herramientas para tratar con sus pares y las demás personas que los rodean. Que adicionalmente no podemos estar 100% al tanto de sus actividades y que una gran parte de lo que hace y de cómo lo hace tiene que ver con el contexto y con las formas acertadas o erradas que está buscando para lidiar con el día a día.
Una comunicación regular con la institución, asistir a las reuniones de padres, atender a las comunicaciones de los docentes y, a su vez, utilizar los canales que la institución provee para que nosotros nos comuniquemos con docentes y directivos en la mayoría de los casos sirve para que todo fluya con normalidad. En los casos en los que se generan conflictos, de los niños con sus pares, en el aula u otro tipo de desacuerdos hay también mecanismos institucionales para tratar con ellos.
Sobretodo tenemos que confiar los unos en los otros. En todas las relaciones humanas se presentan conflictos, si tenemos confianza en los otros miembros del equipo nuestra disponibilidad y nuestros resultados van a ser mejores.
Ninguno de los miembros del equipo puede atender todos los temas a la vez. A veces se puede cambiar el rumbo o ajustar el camino, pensemos en nuestro trabajo ¿Cuántas situaciones de conflicto se generan
El conflicto puede ser una oportunidad. Podemos salir fortalecidos. Esto ocurre cuando se supera un obstáculo y el niño o la niña mejora la situación inicial, porque cambia de actitud, porque se siente más cómodo o porque aprende a lidiar con los conflictos, aprende a que los conflictos se encaran y se resuelven. Aprenden de nosotros a hacerlos.
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